ArguSens: Viaje en tren. Capítulo 4

Viajando en tiempos de Pandemia

Las historias que se desarrollan en un viaje en tren suelen quedar más a fuego grabadas en la retina. Puede que sea por el ir y venir del paisaje cambiante junto a la posibilidad de entablar conversación con alguien que no está concentrado en conducir. O a lo mejor es porque es relativamente rápido y sencillo acceder al andén; no como la letanía de los accesos en los vuelos de avión. Es posible que estas razones posicionen el viaje en tren como mi medio de desplazamiento interprovincial favorito.

Nuestro primer destino era Zaragoza, la ciudad inmortal, donde sus gentes cincelan su buen talante bajo climas severos. Algo tiene esta ciudad que siempre apetece volver. El viaje en tren AVE permite hacer traslados rápidos en el mismo día, dejando tiempo suficiente para atender a varios clientes. Había planeado hacer una visita a clientes de varias clínicas veterinarias y saludar a nuestros compañeros de Garvira, unos cracks en Servicios Digitales (que además de llevar nuestra web, también llevan la de Grupo Esfera). Os los recomiendo porque trabajan genial y su trato cercano hace que sea todo muy fácil. 

El caso es que cuando empecé a preparar los destinos de los siguientes días me volví a topar con la realidad del confinamiento. Servicios indispensables en transporte. Lo que, a finales de mayo, hacía muy complicado elaborar desplazamientos en el día a otras ciudades fuera de Madrid. Finalmente tuvimos que aceptar que nuestro medio de transporte favorito, el viaje en tren, debería esperar unas semanas. Volvimos a subir al coche.

El coche es el único medio de transporte en el que vas totalmente protegida frente al virus

Antes de esta pandemia evitaba coger el Argucar siempre que tenía otras formas de viajar, pero he de reconocer que, a día de hoy, el coche es el único medio de transporte en el que vas totalmente protegida frente al virus.

En Aragón habían estrenado la fase 2, lo que nos permitió darnos una alegría que hacía semanas que habíamos olvidado lo que era… ¡Comer un menú de restaurante y dentro del propio restaurante! ¡Qué maravilla!

Nunca pensé sentir esa emoción al sentarme en el interior de un comedor de carretera y entusiasmarse al poder elegir platos de una carta. Está claro que algo nos ha cambiado por dentro, ahora apreciamos mucho más estas pequeñas cosas.

Obviamente, las medidas que se toman son algo incómodas pero eficaces. Las mesas están bastante alejadas unas de otras, la vajilla y cubertería se disponen una vez has solicitado el servicio, la carta se escanea en un código QR plastificado, en los baños hay que ir de uno en uno adoptando medidas de higiene al entrar y al salir, los pagos se realizan en tarjeta de crédito… Y en función del restaurante se adoptan aún más medidas de control y protección de la salud pública. 

¿Cómo eran las fases de la desescalada para los bares? – Fuente: Youtube

Uno de los empleados nos llegó a preguntar: «Pero vosotros, ¿de qué fase habéis venido?»

Una semana después, ya en en el mes de junio y tras varios viajes por carretera, pusimos rumbo a territorio asturleonés. En esta ocasión nos sucedió algo muy cómico. Como llevábamos varios días seguidos con desplazamientos intercalados entre provincias en fase 1 y en fase 2, había momentos en los que se generaban confusiones algo extrañas.

En Castilla y León era Fase 1, pero lo mismo parabas en una estación de servicio de carretera con el interior habilitado para servir desayunos como que parabas en otro lugar a picar algo y te decían que estaba prohibido vender comida debido a la pandemia. Tras varios sucesos del estilo ya ibamos de una forma tan prudente a los servicios de abastecimiento que uno de los empleados, con la cara desencajada por la sorpresa, nos llegó a preguntar: «Pero vosotros, ¿de qué fase habéis venido?». Nos pegamos todo el viaje riéndonos de la anécdota.

Llegamos a Asturias, y entramos de nuevo en la Fase 2, pero esta vez con olor a mar, a monte y con mejillones y zamburiñas para comer… ¡Mmmmm, So Delicious! (con entonación a lo Candy Crash). Fuimos a trabajar a Tapia de Casariego (un pueblo precioso y la meca del surf en el norte de la península), se respiraba tal sosiego entre sus calles e incluso en el trato con nuestros clientes (allí apenas hubo casos de coronavirus) que nos contagió una sensación de normalidad.

A la vuelta apunté en mi diario: «Este viaje, sin pretenderlo, nos sirvió para recargar energía y alegría. ¡Qué falta nos hacía!».

Gracias por leer estas reflexiones, he querido compartir mis experiencias ya que creo que el drama humano que estamos sufriendo necesita de fuentes directas, de testimonios veraces, que nos ayuden a comprender su magnitud.

En tiempos en que la información se consume tan rápido, deseo poder estimular vuestras mentes para que durante un par de segundos como mínimo, paremos, respiremos, cerremos los ojos, apaguemos el ruido mediático y volvamos a escuchar los aplausos hacia toda la gente invisible que lo ha dado todo, literalmente en algunos casos, para que nuestras familias puedan vivir más seguras.

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